Sandra Molines Borrás (Carcaixent, 1975) es experta en coeducación e igualdad de oportunidades. Se doctoró en Psicología con la tesis titulada «La coeducación en un centro educativo: análisis del patio escolar» con la nota de excelente cum laude en enero de 2016. En 2019, su tesis fue premiada como finalista en los IV Premios a la innovación urbana de la ciudad de Valencia.
Imparte clases de Magisterio en Florida Universitaria. Posee experiencia docente en el ámbito de la formación reglada y de la formación no reglada, siempre directamente relacionada con la psicología, la perspectiva de género, la coeducación y el sexismo. Y es ponente en diferentes cursos, jornadas y congresos sobre dichos temas.
Actualmente acompaña a los centros educativos en la realización de diagnósticos de sexismo en el patio y en el diseño de sus planes coeducativos de centro.
Ha dirigido, junto a Paqui Méndez, el documental Patios vivos, patios coeducativos. En marzo de 2019 este documental recibió un premio de la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio titulado «Vivienda, movilidad y urbanismo con perspectiva de género”.
Es miembro de la Asociación por la Coeducación.
En mi opinión, las instituciones educativas son uno de los lugares donde más seguridad, igualdad y justicia tienen muchas niñas y niños en la actualidad. Los centros educativos, aún con los recursos de los que disponen, cuentan con profesionales motivados y con conocimientos y destrezas para tratar a un alumnado diverso y, en ocasiones, con muchísimas dificultades de todo tipo. Además, en los centros educativos trabajan muchas personas con capacidad para hacer magia y malabares, con una gran capacidad de resiliencia y que, día tras día, dejan gran parte de su energía personal y profesional en una de las profesiones con más responsabilidad del mundo.
Ahora bien, considero que respecto a la coeducación, tenemos una gran labor pendiente en nuestro sistema educativo actual. El adelanto que supuso la escuela mixta (lejos de la escuela que segregaba a niños y niñas) no ha resultado un paso suficiente para garantizar la igualdad de oportunidades entre todas las personas. Tal como diría Elena Simón, para que la coeducación sea posible en nuestros centros, es necesario hacer realidad estas pes: prioridad política, personal cualificado y presupuestos.
Desgraciadamente, hoy en día aún hay muchas personas inconscientemente incompetentes en materias relacionadas con la coeducación. Todavía existe un alto porcentaje de profesorado (especialmente en Secundaria y en la Universidad) que no se ha cruzado nunca, ya sea en su trayectoria profesional o personal, con estos temas tan importantes.
Tenemos la sociedad que tenemos fruto de muchas circunstancias y, en ocasiones, la educación de que disponemos es causa y, a la vez, efecto de las circunstancias de esta. Es evidente que con más presupuesto destinado a educación tendríamos unas mejores condiciones en las aulas, por ejemplo, grupos menos numerosos, más recursos para el alumnado con dificultades, más inclusión de la perspectiva de género de forma transversal en las políticas y en los planes de formación en las universidades (no solo en las facultades de magisterio), etc.
En este sentido tenemos dos opciones: pensar que el sistema educativo únicamente es un reflejo de la sociedad que tenemos y cruzarnos de brazos, o proyectar la sociedad que nos gustaría tener y trabajar para conseguirla.
La coeducación es la inclusión de la perspectiva de género en el ámbito educativo. Implica atender y analizar la socialización diferenciada que tienen niñas y niños desde el mismo momento del nacimiento. La coeducación analiza el proceso de aprendizaje que tenemos las personas y las variables que afectan a estos procesos: los modelos de referencia, el lenguaje que utilizamos, los estereotipos y arquetipos de los hombres y las mujeres en los medios de comunicación, la ocultación y el menosprecio históricos de las mujeres y de lo femenino, etc. Con una mirada entrenada y cualificada en estos procesos de aprendizaje, es posible coeducar. En ocasiones, la educación es un paraguas que pretende proteger a todas las personas por igual. La coeducación incorpora como objetivo ofrecer igualdad de oportunidades atendiendo a las dificultades que, por cuestiones de género, tenemos las personas a lo largo de nuestra vida.
La coeducación para cualquier persona con conocimientos y sensibilidad es un terremoto pedagógico. Lo remueve todo.
Un patio coeducativo es un patio vivo porque todas las personas tienen la posibilidad de jugar y habitarlo con libertad. En él, ninguna persona, independientemente de su género y edad, tiene más poder, estatus o privilegios que otra. Está vivo porque mejora la convivencia, reduce los conflictos, se escuchan los intereses y las opiniones del alumnado; además, se eliminan los privilegios, hábitos y costumbres provenientes de una cultura patriarcal y androcéntrica. Un patio coeducativo es un patio donde se practica la justicia y la equidad, donde se intentan corregir aprendizajes, prácticas y rutinas impregnadas de una socialización que determina unos mandamientos del género distintos para las niñas y los niños.
Los valores de la justicia, la paridad, la representatividad, la igualdad de oportunidades, la solidaridad, la atención diferenciada y la equidad, el reparto equilibrado, la corresponsabilidad, en definitiva, los valores que cualquier sociedad comprometida y democrática promovería en toda la ciudadanía.
Los objetivos de un plan coeducativo son los de garantizar de forma transversal la incorporación de la perspectiva de género escolar, a todos los niveles y áreas curriculares y extracurriculares. Para hacer realidad la coeducación, habrá que diseñar, entre otras, intervenciones alrededor del lenguaje y de la revisión del currículum. Se trata, por ejemplo, de contar correctamente el saber cultural con las aportaciones femeninas y de las mujeres, con la incorporación de temas relacionados con la diversidad afectiva y sexual, con sensibilización dirigida a las familias, dado que muchas de ellas no tienen acceso a este tema, con la colaboración de las personas educadoras de comedor y monitoras de actividades extraescolares y, por supuesto, con el análisis del sexismo en el patio escolar.
Primero hay que saber que la coeducación es un imperativo legal. Tenemos un gran abanico de ordenamiento jurídico dirigido a los centros que sostiene la importancia de hacer coeducación. En concreto, tenemos el Plan de Igualdad y convivencia, que trata de recoger todas las medidas decididas por los claustros. Ahora bien, el papel es muy sufrido. En cuanto a mi experiencia, todos los centros se consideran coeducativos (algunos de ellos porque simplemente conmemoran el 8 de Marzo y el 25 de Noviembre). Para hacer verdaderamente coeducación hay que tener conocimientos, estrategias, adquirir compromisos, revisar nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje, etc. siempre con perspectiva de género.
¿El feminismo es una moda? ¡Ojalá sí lo fuera! Si así fuera, estaría en el currículum de todas las etapas educativas. Pienso que si la coeducación es una moda, por favor, que se quede porque es necesaria. Bienvenidas todas las modas que nos ayudan a generar conciencia sobre la igualdad, el medio ambiente, la paz, la solidaridad, etc.
En efecto, a mí habitualmente se me relaciona con los patios escolares, pero hacer actuaciones aisladas en los patios no comporta conseguir que la coeducación afecte a todo el centro en su globalidad. Para conseguir transversalidad, hay que analizar de forma global no solo los espacios, sino también los contenidos curriculares, las relaciones e interacciones, la comunicación, etc.
¿Son neutros los patios escolares?
En mi opinión, el tiempo de patio y las horas de comedor que pasa el alumnado en los centros son las horas con un impacto socializador más importante y, a veces, más poco valorado. En este espacio, el currículum oculto tiene un impacto muy grande y es necesario analizarlo y cuidarlo en mayor medida.
¿Qué te motivó a estudiarlos y por qué pensabas que eran un elemento clave para la coeducación? ¿Hay otros elementos coeducativos importantes que los docentes deben tener en cuenta?
Tres motivos serían claves en la elección del tema de mi tesis. Leer el libro Balones fuera, de Marina Subirats y Amparo Tomé, fue el más importante. Recomendaría este libro a cualquier centro que quisiera reflexionar sobre los patios. El segundo motivo fue ser tutora de prácticas de alumnado de Magisterio de Educación Infantil y Primaria en mi organización, Florida Universitaria. Cuando el alumnado volvía a la universidad, siempre provocaba el debate alrededor de cómo eran los patios de las escuelas que habían conocido, cómo eran sus infraestructuras, qué deportes o actividades se realizaban, qué hacían de manera distinta las niñas y los niños, etc., y me sorprendía que la situación parecía la misma radiografía en todos los centros. Por último, mi hija Greta, cuando volvía y vuelve de la escuela, habitualmente me cuenta pocas cosas que le han pasado en clase de matemáticas, naturales o plástica; para ella, las cosas importantes casi siempre pasan en el patio y en el comedor, y pienso que esta situación no es particular de Greta, sino que es típica de más niñas y niños.
La mayor parte de patios ha evolucionado muy poco, las infraestructuras se han modificado o nada o mínimamente. Escuelas de nueva creación continúan arquitectónicamente siendo «futbolcentristas», con predominio de asfalto y rejas, con ningún elemento natural y poquísimo espacio para la interacción. Cualquier parque de cualquier población a veces resulta más atractivo y es más confortable que los patios de las escuelas.
A todo esto se suma que, en algunas ocasiones, las personas que proyectan y edifican los centros educativos no tienen ningún conocimiento ni de género ni de pedagogía. Si así fuera, los patios podrían ser espacios muy acogedores para dar una clase, para reunirse, para trabajar al aire libre, etc.
Me parece que, en Infantil, las cosas están mejor, pero la situación del alumnado, cuando pasa a Primaria y a Secundaria, habitualmente resulta más hostil y con menos oportunidades de actividades diversas y respetuosas con las diferencias individuales.
Existen ya muchas escuelas liderando iniciativas muy interesantes para corregir esta situación, y la valoración alrededor de las mismas es siempre muy positiva.
He tenido oportunidad de colaborar en el diseño de planes coeducativos de centro y análisis del sexismo en los patios en más de setenta centros (la mayor parte de ellos de Infantil y Primaria). Este trabajo consta de varias fases: formación general a todo el profesorado, realización de un diagnóstico de la situación general y, en concreto, del patio, y finalmente, toma de decisiones sobre situaciones concretas, medibles y con responsables de todas las áreas de un plan coeducativo (área de formación permanente del profesorado, área de investigación dentro del aula, de lenguaje, de revisión del androcentrismo en los materiales escolares, de trabajo de la diversidad afectiva y sexual, de trabajo con las familias y, cómo no, de cambios en el patio).
Depende de la persona u organismo interesado. Hay muchas fórmulas. En algunos casos es el ayuntamiento quien contacta conmigo para darme a conocer el servicio a los centros; este ha sido el caso, por ejemplo, de los ayuntamientos de Castellón, Villarreal, Borriana, Mislata, Quart de Poblet, etc.
Otras veces contactan conmigo las personas CIC (coordinadores de igualdad y convivencia) o parte de los equipos directivos; y, en otras ocasiones, acudo al centro por interés y presión de las familias, que ven necesario que el tema se introduzca.
La mayoría de los centros son públicos; las cooperativas tradicionalmente también han mostrado mucho interés en estos temas; muy pocas veces he trabajado en centros concertados; y, en ningún caso, en centros privados. También hay que decir que muestran mucho más interés los centros de Infantil y Primaria que los centros de Secundaria.
Los centros, en general, buscan capacitarse para hacer realidad el valor de la igualdad que tienen incluido en su proyecto educativo de centro.
Según mi estadística, aproximadamente el 85% del profesorado no tiene casi conocimientos en materia de coeducación. Tienen muy buenas intenciones pero pocas herramientas. Lo que sí es cierto es que el tema entra muy bien, la gente se implica muchísimo y desde el minuto uno; no permanecen indiferentes y, en todos los centros, se promueven cambios y se abren reflexiones muy interesantes.
El patrón es casi idéntico. Al sexismo nos hemos acostumbrado tanto que no lo vemos si no nos ponemos «las gafas violeta» que nos permiten ver más allá. La situación en el patio sigue un patrón muy particular. Entre otras, las principales características son: patio donde predomina el asfalto; pocos o ningún elemento de contacto con la naturaleza; en ocasiones, con separaciones de zonas por ciclos (causadas muchas veces por temor a los pelotazos); con una parte central del patio privilegiada y destinada al fútbol; pocos recursos de juego alternativos o, simplemente, para mantener una conversación; ningún espacio para salir a dar clase al aire libre, etc.
Prácticamente en todos los centros, dados los problemas que ha estado causando históricamente el fútbol, han decidido intervenir este juego. Entre todas las alternativas posibles, la más habitual es la de otorgar el derecho cada día de la semana a un ciclo o curso para que sea el propietario de la pista. De esta forma, han conseguido reducir los conflictos que ocasionaba este deporte (caracterizado por mostrar el mayor grado de competitividad entre el alumnado). Este es el punto en el que muchos centros han situado sus intervenciones en el patio.
Es necesario preguntarse, no obstante, una serie de cuestiones iniciales sobre estas situaciones: ¿es proporcional el porcentaje de espacio de pista respecto al alumnado que disfruta de esta? ¿Las chicas ocupan la periferia del patio y los chicos las partes centrales? ¿El alumnado de mayor edad es más propietario del patio que el alumnado de menor edad? ¿Nos parece una buena propuesta separar el alumnado por ciclos condicionando la oportunidad de conseguir una mayor convivencia, por un elemento como la pelota? ¿Crecer implica el privilegio de ocupar pista (a veces la pista solo es para tercer ciclo)? ¿El patio aporta alguna actividad, propuesta o juego estereotipadamente femenino? ¿El patio reproduce un esquema de dominio y control de una parte del alumnado sobre la otra? ¿Existen unas habilidades y destrezas con más valor y recursos en el patio que otras? ¿Niñas y niños tienen las mismas oportunidades de desarrollo competencial en el patio?
La respuesta conjunta a este tipo de preguntas promueve unas reflexiones sobre coeducación e igualdad muy interesantes entre el profesorado. Es necesario, a continuación, realizar un diagnóstico lo más objetivo posible de lo que realmente sucede en el patio de nuestra escuela.
Tal y como he explicado antes, es necesario realizar un diagnóstico objetivo del patio. En este sentido, se puede pasar una encuesta dentro de las aulas para conocer las opiniones del alumnado; también podemos implicar en este punto a las familias.
Por otra parte, será necesario observar el patio: quién ocupa las partes centrales y periféricas, a qué juegan ellas y ellos, analizar si existe segregación en el patio o si el alumnado de distinto género juega conjuntamente (como habitualmente ocurre en Infantil), qué recursos existen, qué provoca los conflictos o quién los provoca y por qué motivos, etc.
Otra medida muy sencilla que podemos llevar a cabo es colgar un plano del patio en las aulas y repartir pegatinas de un color a las chicas y de otro a los chicos. Una vez el alumnado regrese del patio, le daremos la siguiente instrucción: colocad una pegatina donde habéis pasado la mayor parte del tiempo en el patio.
Con esta sencilla metodología observaremos tres cosas: la segregación en el juego por parte del alumnado de mi aula, la ocupación central o periférica de chicos y chicas y, por último, si existe alguna persona que no interacciona con el resto de la clase (clave para detectar un problema de convivencia). Esta metodología la podemos realizar el día que nos «toque pista» y ver las diferencias respecto al día que «no nos toque pista».
Posteriormente, será necesario reflexionar sobre los resultados obtenidos conjuntamente con el alumnado.
Pienso que la escuela y, en concreto, el patio reproducen la situación actual. No observamos sexismo porque nos hemos acostumbrado. El androcentrismo lo impregna todo, el patio de la escuela simplemente responde a un arquetipo del alumnado: niño al que le gusta el juego con pelota. No he visto nunca ningún patio que otorgue el mismo protagonismo al juego de pelota que al baile o a la danza. La cultura patriarcal aún es nuestra cultura, y solo con espíritu crítico se puede tomar conciencia del impacto que esta tiene en la vida de las personas. Freire diría que es necesario hablar de forma asamblearia de estas situaciones, problematizarlas y enfrontarlas, pero necesitamos alfabetizar a las personas para que conozcan conceptos como feminismo, androcentrismo, acción positiva, diferencias entre igualdad y equidad, patriarcado, etc. De no ser así, no se entienden las intervenciones coeducativas y resulta imposible establecer un diálogo constructivo y positivo para la diversidad.
El alumnado interioriza y asimila el currículum oculto social y escolar. Un alumnado sin ningún recurso de juego ni de espacio, tal vez no reivindique ninguna situación distinta en toda su trayectoria escolar porque no concibe otro orden de las cosas. El poder simbólico, como diría Bourdeau, necesita de la sumisión del grupo sin privilegios.
Solo necesitamos que el tema entre en los centros; una vez dentro, es una ola imparable que lo remueve todo. El alumnado responde muy positivamente, el profesorado lo capta rápidamente, las familias se muestran muy positivas hacia los cambios. Las personas contrarias a los cambios que promueve la coeducación se quedan sin argumentos. La ciencia y la evidencia tienen todo el protagonismo.
Educar la mirada implica tomar consciencia de las injusticias sociales que, inconscientemente, podemos reproducir en los centros. Tal y como decía al principio de esta entrevista, los centros educativos son espacios privilegiados para trabajar valores, justicia y para tratar a todas las personas con mucho amor y cariño.
Los resultados se observan desde la primera sesión. La toma de consciencia es inmediata, el profesorado empieza una transformación en su forma de hablar, en la mirada y en la interpretación de las situaciones, en el análisis de los contenidos académicos, en el trabajo con las familias, etc. Las primeras dos horas de formación son las más importantes. Es el momento de ofrecer unas maravillosas gafas violeta que te permiten observar mejor el mundo. Una vez te las pones, ya no quieres renunciar a esa forma de observar tan nítida y encantadora.
Se reducen los conflictos inmediatamente, alumnado y profesorado sienten más satisfacción porque se aprecia una mejor convivencia y clima escolar. Practicamos una igualdad que deseamos que esté en la calle; el alumnado de hoy será quien tome las decisiones en el futuro, de ahí la importancia de educar con todos.
Mi propuesta «estrella», sin duda, es la formación permanente al profesorado en coeducación e igualdad. Leer materiales que traten sobre feminismo, el impacto del patriarcado, la ética del cuidado, el desarrollo de los estereotipos de género, etc. Es la mejor herramienta coeducativa a nivel escolar. Realizar tertulias dialógicas de artículos científicos, libros, documentales u otros materiales en todo el claustro, nos conducirá al maravilloso proceso de «desaprender nuestro propio género», la receta estrella de la coeducación.
No existe una fórmula única que funcione en todos los patios. Habitualmente el profesorado tiene muy pocos recursos y muchas ganas. Desafortunadamente, nuestro sistema educativo está centrado en la acción y deja muy poco tiempo para la reflexión y, en este caso, la reflexión conjunta es de vital importancia. En todos los centros funciona diversificar, escuchar al alumnado, trasladar los resultados del diagnóstico a las aulas y promover que el alumnado se exprese y opine. Funciona eliminar fronteras y promover la convivencia entre personas de diferente edad, sexo, preferencias, origen, etc. La diversidad siempre aporta riqueza en la diferencia. También es muy habitual capacitar al alumnado de los últimos cursos para que asuman responsabilidades y la gestión del uso del material compartido en el patio. Implicar a las familias en el proyecto (y en la formación) es también una garantía de éxito para crear comunidad.
Tal y como decía antes, promover lecturas y materiales sobre coeducación es fundamental. Lecturas no solo dirigidas al alumnado, sino también al profesorado y sobre todo recomendaciones a las familias. Leer nos invita a reflexionar, a soñar, a proyectar un mundo en el que las personas viven con libertad sin las imposiciones del género. Resulta casi imposible pensar en un mundo que ni tan solo hemos imaginado, y la lectura es una de las mejores vitaminas de la fantasía y la imaginación.
Asimismo, recomendamos un patio escolar con tres zonas diferenciadas:
Cuando analizamos las preferencias del alumnado, nos damos cuenta de que hay niñas y niños que disfrutan del juego de otras formas y que no tienen casi recursos en sus patios. Por ejemplo, la afición a la lectura, los juegos de mesa, tocar instrumentos de música o conversar. Necesitamos proyectar un patio donde las diferencias individuales tengan mayor importancia que las diferencias ocasionadas por el género, la edad, la procedencia, etc.