Hemos de tener en cuenta que los niños empiezan a contactar con la música y a disfrutar de sus beneficios desde una edad muy temprana. Todo lo que se produce cuando un padre o una madre comparte sus primeras melodías con su bebé va mucho más allá de lo que pueda imaginar en ese momento. Las conexiones neuronales y emocionales que se activan gracias a la música son una puerta abierta a un aprendizaje futuro de diferentes habilidades. Por ello, son diversos los estudios dedicados a la educación musical temprana.
De hecho, tal y como explica Cristina Goás en Mundodiario.com, uno de estos estudios, realizado en la Florida Atlantic University (FAU), habría constatado cómo las personas con algún tipo de experiencia musical muestran un mayor nivel de actividad neuronal, especialmente en los centros de emoción y de recompensa del cerebro, cuando escuchan música. Los voluntarios que participaron en ese estudio no eran músicos profesionales, pero tenían algún tipo de experiencia musical, como cantar en un coro o tocar en un grupo. Este mismo estudio ha corroborado las hipótesis referentes al desarrollo de la empatía a través de la música: la actividad musical pone en funcionamiento el sistema de neuronas espejo, que juegan un papel vital en el desarrollo cognitivo y en el establecimiento de la empatía.
Además de este, existen otros estudios que defienden esta línea de trabajo. Destacamos un interesante artículo de María Victoria Casas («¿Por qué los niños deben aprender música?», Colombia Médica, vol. 32), en el que se hace referencia a cómo, después de una revisión exhaustiva de cientos de estudios empíricos realizados entre 1972 y 1992, tres educadores relacionados con el proyecto «Futuro de la música» descubrieron que «la educación musical mejora el aprendizaje de lectura, lengua (incluidas lenguas extranjeras), matemáticas y rendimiento académicoen general». Esta hipótesis ha sido también ampliamente desarrollada dentro del marco de las inteligencias múltiples, del neuropsicólogo Howard Gardner.
En este artículo, nos centraremos no tanto en los beneficios de la música en el aprendizaje y el desarrollo de determinadas habilidades y conexiones del cerebro, sino en el poder de la música como catalizador de la autoestima. Un poder que se puede trabajar en diferentes niveles.
Por una parte, cualquier niño que sea capaz de tocar un instrumento obtiene un gran beneficio en lo se refiere a la autoestima física, pues toma conciencia de sus propias destrezas, que son valoradas por su entorno, amistades… Actualmente la educación musical instrumentística se basa mucho en la interpretación temprana por parte del alumnado de pequeñas piezas en las que se trabaja la técnica, pero con un enfoque mucho más lúdico y agradecido para el intérprete. Así, desde cursos iniciales, es posible interpretar canciones y melodías que refuerzan la autoestima física y afectiva de los más pequeños.
Pero lo más importante y lo que más nos interesa a nivel de la escuela es el gran trabajo que podemos realizar como docentes a nivel de autoestima afectiva y social. A través de la música, los niños y las niñas aprenden a actuar con mayor seguridad, a reconocer sus puntos fuertes –y también los débiles–, a aceptar desafíos y a conocer sus limitaciones. En el ámbito de la autoestima social, el trabajo musical en el aula suele ser cooperativo y, por ello, intervienen valores como el trabajo del respeto hacia uno mismo, pero también hacia los demás, la tolerancia, la solidaridad y la aceptación de la crítica.
El trabajo musical en equipo nos obliga a poner en marcha todas las habilidades necesarias para una buena socialización y fomenta la construcción de relaciones que pueden acabar en amistades o no. Pero, lo que siempre quedará en nosotros, es justamente todo el trabajo realizado a nivel de comunicación, confianza en el otro y empatía.
Es importante señalar que no debemos caer en el error de pensar que la música ha de ser un elemento clave en las aulas de Infantil y Primaria, en donde seguramente ya tiene cierta presencia, sino también en las etapas superiores. Reforzar la autoestima en adolescentes es fundamental para que aprendan a relacionarse, confíen en su valía y se desprendan de los miedos y de los complejos, físicos y mentales, con los que se suele convivir en estas edades.
En este punto, cabría recordar un estudio realizado por el Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol (IDIAPJGol) en el que se afirmaba que un 26,3% de los adolescentes de entre 12 y 14 años tiene un grado de autoestima bajo. Esta realidad se relacionaba directamente con el rendimiento escolar, la salud y la felicidad.
¿Pero cómo introducimos la música en el aula?
Las posibilidades de trabajar la música en el aula son infinitas, dependiendo de la edad de nuestro alumnado. Si, además, nos llevamos bien con las TIC, las posibilidades se pueden multiplicar por mil. Pero aquí os propones algunas actividades para empezar.
¿Os gustan los animales?
El compositor francés Camille Saint-Saëns tiene una obra donde creó un universo sonoro de animales titulada El carnaval de los animales. ¿Y si nos transformamos en leones mientras escuchamos esta pieza titulada El león? ¿Qué instrumento crees que imita su rugido? También podemos escuchar y distinguir el timbre de los diferentes instrumentos que forman la orquesta.
¿Experimentos musicales?
Otra alternativa más enfocada al mundo digital son las aplicaciones o webs que podéis encontrar en la red. Hay un espacio en concreto que es divertidísimo y muy accesible: el Chrome Music Lab. Se trata de un laboratorio musical con diferentes espacios para experimentar con todos los componentes que forman la música: sonidos, ritmos, timbres… Y todo acompañado de una experiencia visual muy potente.
¿Rapeamos?
La finalidad de la actividad es la creación de un rap, un producto final vinculado a la asignatura de música, pero también el trabajo de competencias y conceptos de diferentes materias. En el ámbito musical, trabajaremos el sentido del ritmo, la entonación, los valores y figuras, la creación... y conocerán el género del rap. Podemos aprovechar para hacerles llegar más información, según el nivel, de este estilo de música, que se ha consolidado como un instrumento de denuncia y reivindicación en todo el mundo.
En cuanto al ámbito lingüístico, trabajarán las rimas, el vocabulario y la expresión
oral, además de otras habilidades y competencias como la planificación, la organización, el trabajo en equipo y la puesta en escena final. Además, hay un trabajo de uso y manipulación de las TIC y de cooperación, ya que es una actividad que necesita de la intervención de más de una persona.
Aquí puedes encontrar otras ideas que te ofrecemos en Algar, aunque te invitamos a conocer las experiencias y recursos de otros docentes que son compartidas en la red. Porque más allá de las habilidades artísticas vinculadas a la música, debemos tener muy en cuenta su potencial de socialización relacionado con la educación emocional.