¿Quién no ha escuchado hablar del mindfulness? Seguramente te suena a una moda, pero lo cierto es que no es ninguna novedad. Existe desde hace muchísimos años y, de hecho, es uno de los pilares del yoga. Mindfulness no significa otra cosa que atención plena, es decir, ser plenamente conscientes de lo que estamos haciendo de una forma relajada, sin juzgar, simplemente viviendo y sintiendo la experiencia.
Y tal vez ahora te estés preguntando: entonces, si ayuda a estar más concentrados y enfocados, ¿podría practicar mindfulness en el aula con mi alumnado? La respuesta es sí y es justamente lo que vamos a ver en este artículo. ¡No te pierdas la propuesta de ejercicios!
Según los expertos y estudios realizados, aplicar la atención plena en las escuelas tiene multitud de ventajas. Algunas de las más destacadas son las siguientes:
• Progresiva mejora en la concentración y en la atención y, por tanto, en la memoria, gracias a una menor distracción hacia los estímulos internos y externos. Muy beneficioso en el caso de un perfil de alumnado inquieto o nervioso al que le cuesta centrar su atención en la explicación del docente o en actividades concretas.
• Un mayor control y mejora de la gestión emocional tanto por parte del alumnado como por parte de los docentes, pues poco a poco veremos cómo aumenta la capacidad de realizar tareas, ya que estaremos cultivando la calma, el respeto y la convivencia dentro del aula. Aprende más sobre este tema aquí: Técnicas para trabajar la educación emocional en la clase de Primaria.
• Conseguiremos reducir el nivel de estrés y ansiedad a medida que ganemos en capacidad para relajarnos, concentrarnos, enfocarnos y, por tanto, para gestionar las habituales tensiones alumno-profesor y entre el mismo alumnado.
• Lograremos mejores resultados académicos después de haber trabajado la atención, la relajación y la concentración, ya que habremos potenciado las capacidades de aprendizaje de nuestro alumnado.
Como docente, podrás empezar a apreciar estos beneficios a medio plazo, ¡pero no te obsesiones con los resultados! Recuerda que en el mindfulness lo importante es el aquí y el ahora, no el futuro ni los resultados, así que predica con el ejemplo y empieza por poner toda tu atención en el presente.
¿Cómo puedo poner en práctica la atención plena con mi alumnado? ¿Cuánto tiempo se necesita invertir al día? ¿Por dónde empiezo?
Lo primero es lo primero. Como docente que eres, puedes imaginar que, si quieres introducir el mindfulness en clase, tienes que empezar formándote y, sobre todo, practicando. Tienes que experimentar los beneficios de la atención plena en ti, conocer el proceso e identificar las dificultades que te encontrarás en el camino. No hace falta convertirte en todo un experto maestro o maestra, pero solo si predicas con el ejemplo tendrás la capacidad de enseñar esta milenaria técnica a tu alumnado.
¿Tu escuela está comprometida con esta iniciativa? Entonces otra opción muy interesante puede ser la de contar con una persona especializada para formar y guiar al equipo docente en mindfulness. Incluso podríais realizar algunas sesiones con ella y hacer un seguimiento del avance de la práctica. Así, en caso de no avanzar lo esperado o estancarnos, siempre podremos recurrir a su ayuda.
Dicho esto, a continuación te indicamos algunos sencillos ejercicios y aplicaciones de mindfulness para primaria y secundaria. En el caso de infantil, ten en cuenta que habría que simplificarlos aún más.
– Respiración consciente: la respiración es el gran pilar, tanto del yoga como de la atención plena, de modo que practicarla conscientemente nos ayuda a recuperar la calma, la tranquilidad y el equilibrio. Prueba a realizar ejercicios de consciencia respiratoria durante unos 5 minutos después de momentos de más agitación, como el recreo, una clase de educación física, una discusión o el cambio de clase.
– Visualización: también puedes pedir a tu alumnado que visualice un lugar que les guste y en el que se sientan cómodos para que experimenten las sensaciones. Puede ser imaginario o conocido por ellos. El objetivo será facilitar la calma y la relajación. No olvides que la respiración debe continuar siendo consciente y relajada.
– Alimentación consciente: pide a tu alumnado que traiga una pieza de fruta. El ejercicio consistirá en comerla como si fuese la primera vez. Podemos empezar por sentir el tacto, disfrutar del aroma que desprende y describir cómo huele. A continuación, con los ojos cerrados, empezaremos a darle mordiscos, despacio, disfrutando de su sabor y olor, sintiendo y masticando cada bocado detenidamente. También lo podéis realizar con otros alimentos, como el bocata del almuerzo.
Como podéis comprobar, se trata de poner nuestros cinco sentidos en lo que estamos haciendo. Ahora bien, parece muy sencillo, pero en realidad no lo es tanto. ¿Te animas a probar el mindfulness en el aula? Nos encantará conocer tu experiencia, ¡no dudes en compartirla!
Fuentes: