¿Os habéis preguntado alguna vez por qué leemos? ¿Por qué es tan importante contagiar el gusanillo de la lectura a la juventud? ¿Cómo se consigue?
A menudo, a la hora de transmitir el valor o la importancia de la lectura insistimos en el para qué: leer para adquirir conocimiento puntual sobre un tema, leer para aprender a hacer algo... O en cómo influye positivamente en determinadas capacidades: leer para mejorar el rendimiento académico, leer para expresarnos mejor... Y con esto nos olvidamos de que el principal beneficio de la lectura es, simplemente, que es una fuente inagotable de satisfacción personal, una experiencia emocionante.
Leer es la forma de ocio más barata y saludable que tenemos a nuestro alcance. En este sentido, los docentes han de conseguir que el alumnado se emocione con la lectura y que descubra, por sí mismo, todo lo que la lectura le ofrece y puede aportar a su vida personal y académica.
Pero, hasta llegar a este punto de satisfacción ideal, tendremos que utilizar estrategias y experiencias que acompañen a nuestro alumnado en este fantástico viaje. Es cierto que no existe una fórmula mágica que nos sirva para todo el alumnado, pero sí que tenemos al alcance una gran cantidad de recursos que nos pueden resultar muy útiles.
Para empezar, tendremos que revisar la manera en la que leemos los libros y cómo los proponemos al alumnado. La sociedad no deja de cambiar y de evolucionar, y también lo ha hecho la manera en la que gozamos de las lecturas. Por eso, en Algar hemos desarrollado una nueva propuesta metodológica, Lectura activa. Lo que proponemos es el paso de la lectura pasiva, individual y silenciosa, a la lectura activa, crítica y participativa.
Esta nueva propuesta didáctica sigue partiendo de la comprensión lectora, pero incide, además, en vdos aspectos: la lectura en voz alta y la tertulia dialogada.
En los últimos años, varios factores han cambiado la manera de leer, de escribir, de percibir el mundo que nos rodea, y un factor determinante es la plena introducción de Internet a la vida cotidiana y las nuevas formas de comunicación social. De entrada, este nuevo paradigma ¡parece magnífico! Con solo un clic accedemos a todo tipo de opiniones, pero precisamente esta abundancia a menudo hace difícil diferenciar entre datos valiosos e irrelevantes. Por eso, tenemos que aprender a leer críticamente, distinguir la intencionalidad.
Es muy importante que dediquemos tiempo en el aula para hablar de los libros que leemos, puesto que el diálogo es un instrumento de cohesión de las sociedades que se basa en el intercambio como herramienta fundamental para aprender. La diversidad de puntos de vista enriquece y transforma las experiencias del alumnado y les abre nuevos horizontes.
En este sentido, proponemos la introducción de las tertulias sobre libros en el aula como herramienta de aprendizaje. Organizar tertulias, hablar de libros, hace que el alumnado que participa en ellas se marque objetivos de aprendizaje que de otro modo ni siquiera habría contemplado. Las tertulias literarias suponen una comprensión compartida, promueven la reflexión crítica, la participación, mejoran la autoestima y la seguridad, y permiten desarrollar competencias y habilidades como, por ejemplo, la adecuada argumentación y la exposición en público de una idea, el respeto y la aceptación de otras opiniones, la escucha pausada y comprensiva, la solidaridad...
Hay investigaciones que consideran imprescindible que las experiencias comunicativas dialógicas estén basadas en clásicos universales, obras que, por su calidad, han perdurado a lo largo del tiempo y que tratan los grandes temas que tradicionalmente han preocupado a la humanidad, que trascienden las culturas y las épocas. Justo es decir que su introducción desde los primeros niveles de la enseñanza es importante, pero esto no significa que se tenga que excluir la posibilidad de que el resto de lecturas sean trabajadas desde la reflexión dialógica, dado que se trata de una herramienta educativa de una gran potencia y rendimiento en el aula.
Y es que no tenemos que renunciar a todos los beneficios que reporta la lectura compartida de un libro, simplemente porque no se encuentre incluido entre el canon literario. Los beneficios de hablar sobre libros son muchos, y diversos: ya sea a partir de la revisión de los clásicos o de la mano de los autores y las autoras más relevantes del panorama actual, dialogar a partir de la literatura amplía la experiencia lectora.
Afortunadamente son ya varias las corrientes pedagógicas que reivindican el valor de la lectura en voz alta como instrumento que facilita la comprensión profunda del texto y que desarrolla técnicas de expresión oral que contribuyen al crecimiento emocional y académico del alumnado. De hecho, hay varias organizaciones vinculadas con el fomento de la lectura entre los niños que preparan actos relacionados con la actividad, e involucran a escuelas y entorno familiar como medio para superar las disparidades lingüísticas. Entre otras, la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado, la Asociación de Maestros Rosa Sensat, Acción Educativa, FESABID (Federación Española de Sociedades de Archivística, Biblioteconomía, Documentación y Museística), AELE (Asociación Española de Lectura y Escritura) o la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, reconocen los beneficios de esta actividad, y lo han plasmado en el manifiesto «De la voz a las letras».
Es muy habitual que, coincidiendo con la etapa de consolidación de aprendizaje del proceso lector, dejemos de practicar la lectura en voz alta. En muchas escuelas y también en el entorno familiar, la lectura en voz alta se practica solo con aquellos niños y niñas que aún no saben leer, pero esta actividad atesora una gran cantidad de beneficios más que evidentes y que olvidamos a menudo: crea momentos de intimidad entre quienes leen y quienes escuchan; refuerza los vínculos afectivos y ayuda a explorar, expresar y compartir emociones; y es una actividad fundamental en la vida humana, más aún cuando se están construyendo las maneras de sentir y relacionarse con el mundo. Pero, además, como nos recuerda el manifiesto aludido: promueve la conversación, la escucha atenta y el intercambio de pensamientos, recuerdos, fantasías, experiencias, temores, deseos, sentimientos, dudas... Es decir, posibilita el encuentro sereno entre el mundo de los adultos y el de los niños.
En resumen, la declaración concluye que la lectura en voz alta contribuye a crear un entorno favorable para el desarrollo cognitivo, emocional y social de la niñez, hecho que ayuda a prevenir y disminuir el riesgo de fracaso escolar y en otras facetas de la vida.
En este sentido, tenemos que incorporar en nuestras aulas los recursos necesarios para trabajar la lectura en voz alta de manera divertida, alentadora y participativa.
¡Hay un montón de posibilidades! ¿Os animáis?