Todos tenemos claro que el trabajo de la competencia lectora es fundamental en el desarrollo cognitivo, puesto que las personas accedemos al conocimiento a través de los libros de manera autónoma y personal. En la sociedad actual un dominio eficaz de la lectura puede resultar determinante en el futuro académico, pero también emocional, de los niños y las niñas. Ahora bien, tenemos que dar la misma importancia al tiempo que dedicamos a la lectura, y al que empleamos hablando de los libros, concretamente, del contenido de los libros.
Más allá de poder acceder a la comunicación escrita, hay que potenciar otros aspectos importantes para el desarrollo del alumnado, como, por ejemplo, el aprendizaje dialógico. Este concepto, cuando se vincula a los libros, se basa en la lectura compartida y en la compartición y –por qué no– la confrontación de puntos de vista. Por lo tanto, se trata de una actividad en la cual el aprendizaje se produce a partir de conversaciones y de las interpretaciones que las personas participantes hacen de un mismo texto.
El diálogo es un instrumento de cohesión en las sociedades, puesto que se basa en el intercambio como herramienta fundamental para aprender, y sirve a los niños y las niñas para relacionarse con las personas que forman parte de su contexto social. La diversidad de los puntos de vista enriquece y transforma las experiencias escolares de los estudiantes y el sentido de su aprendizaje, además de abrirles nuevos horizontes. Por eso, los niños y las niñas que participan en tertulias sobre libros se llegan a marcar objetivos de aprendizaje que de otro modo ni siquiera habrían contemplado. Por lo tanto, estaríamos hablando de la construcción colectiva de significado y conocimiento a partir del diálogo con todo el alumnado participando en la tertulia.
Las experiencias dialógicas tienen una gran acogida en el ámbito educativo debido a su impacto positivo en la adquisición de las competencias lectoras, por eso el formato de las tertulias literarias se ha consolidado como una de las actuaciones de éxito que más interés despierta. Y esto es debido al hecho de que la tertulia sobre libros implica una manera de leer que va más allá del acto individual, puesto que genera una experiencia diferente alrededor del hecho lector, basada en la socialización de los puntos de vista, pero también en la aclaración de conceptos y, por lo tanto, en una mayor comprensión de las obras.
Las tertulias literarias suponen una comprensión compartida, promueven la reflexión crítica, la participación, mejoran la autoestima y la seguridad –al facilitar la expresión de las propias opiniones en un ámbito cercano–, y nos permiten desarrollar competencias y habilidades como, por ejemplo, la adecuada argumentación y la exposición en público de una idea, el respeto y la aceptación de otras opiniones, la escucha pausada y comprensiva, la solidaridad...
Una vez asumidas las virtudes y el valor pedagógico y académico de las tertulias, nos adentramos en otra cuestión: ¿son todos los títulos susceptibles de ser trabajados de este modo, o tienen que tener unas características específicas? Algunas corrientes científicas propugnan que los actos comunicativos dialógicos son un recurso muy potente por el aprendizaje y la inclusión social, pero consideran imprescindible que estén basados en obras clásicas de la literatura universal. Los participantes hacen la lectura de una obra dentro del canon y reflexionan durante unas cuántas sesiones, a lo largo de las cuales se produce un diálogo igualitario que propicia la reflexión sobre situaciones que se plantean, y la reinterpretación de los textos clásicos.
Los clásicos universales son obras que, por su calidad, han perdurado a lo largo del tiempo. En ellos, además, encontramos reflejados los grandes temas que han preocupado la humanidad, y que trascienden las culturas y las épocas. Por todo esto, la introducción de estas obras desde los primeros niveles de la enseñanza puede reportar una gran cantidad de beneficios. Ahora bien, si aceptamos estas premisas, ¿quiere decir que tenemos que excluir cualquier otra lectura de la posibilidad de ser trabajada desde la reflexión dialógica? ¿Tenemos que renunciar a todos los beneficios que reporta la lectura compartida de un libro, simplemente porque no se encuentra incluido entre los clásicos de la literatura universal?
Es evidente que no. En Algar encontraréis algunas adaptaciones de clásicos a partir de las cuales podéis trabajar en clase la lectura dialogada, y también dispondréis de otros títulos contemporáneos que, por sus características o por los temas que tratan, permiten también el aprovechamiento de esta metodología. La lectura activa tiene, como eje fundamental y herramienta básica, el trabajo dialogado de los libros para el desarrollo del alumnado en cuanto que personas críticas, capaces de escuchar a los otros y de expresar y defender sus opiniones y puntos de vista, con argumentos y con respeto.
En resumen, los beneficios de hablar sobre libros son muchos, y muy diversos. Ya sea a partir de la revisión de los clásicos o de la mano de los autores y las autoras más relevantes del panorama actual, lo que es evidente es que dialogar a partir de las lecturas hace más grande la experiencia lectora. Y teniéndolo tan fácil, ¿quién dejaría de probar?